martes, 26 de febrero de 2008

Aguila

Hay un hecho crucial que enfrentan al llegar a los cuarenta años.

Muchas de estas aves mueren pero una fracción menor de éstas cuarentonas elige retardar el final de su vida; para lo cual, con gran esfuerzo y determinación remontan el vuelo hasta elevados e inaccesibles farallones montañosos; luego de elegir un lugar que juzgan seguro se posan y allí dan inicio a una terrible tarea regenerativa.

En la soledad de su confinamiento montañoso el águila golpea sistemáticamente su pico contra una piedra hasta destrozarlo.

Esta dolorosa mutilación provoca en su fisiología una regeneración, y así, al poco tiempo le crece un pico nuevo y perfecto; gracias a él emprende otra desagradable labor:
Se extirpa una a una las garras atrofiadas. También éstas son sustituídas por nuevas.

Por último se arranca todas las plumas viejas e inservibles para el vuelo, hasta quedar en carne viva. Nuevas plumas, más blandas, suaves y saludables nacerán de los canutos sangrantes.

Al cabo de unos ciento cincuenta días, que es el tiempo aproximado que dura su ostracismo, el águila se encuentra renovada y lista para volver a la lucha diaria por la subsistencia.

Hambrienta pero segura de sí, baja desde las alturas planeando hacia los valles en vuelo inaugural, confiada de haber ganado una prórroga de treinta años.


Merecio la pena....yo creo que si.

Si se quiere conseguir algo en la vida, hay que luchar por ello, hay que sentir dolor, y hay que afrontar los miedos.

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